Suaviza tu corazón y tu prana
El trabajo social tiene dos vertientes: una implica hacer el bien por el bien de los demás y la otra realizar un servicio para tu propia purificación. Todo lo que hagas por los demás, al final llega a Dios. Se lo dedicas a Dios, no a los seres humanos. Tú eres solo un medio; Dios es quien lo recibe. Los hindúes, cristianos y musulmanes, todos tienen esta misma opinión y dicen lo mismo.
Responsabilidad social
Una persona que en su vida solo se interesa por la familia y los hijos también puede ser un agente de servicio. Sin embargo, ¿cuál debería ser la principal preocupación en la vida de una persona que ha dejado su hogar y no tiene nada que ver con su cónyuge, hijos o familia? Si no le importa la comida, el jabón, la pasta de dientes o las mantas, si no tiene preocupaciones ni necesidades, entonces debería convertirse en un medio para todos los demás. Este es un punto muy importante. Las personas no sólo tienen una responsabilidad con su familia, sino que también la tienen con la sociedad. No sólo soy responsable de mi institución, sino que también tengo una responsabilidad social.
Debemos cumplir con esa responsabilidad social, ya sea desde la perspectiva espiritual, convirtiéndonos en un instrumento de Dios, o trabajando por el bienestar de los demás utilizando nuestra riqueza. Esta elección depende de tu creencia. Aquellos que tienen inclinaciones espirituales pensarán según la primera perspectiva, y la gente moderna pensará: «Está bien, una parte de mis ingresos se destinará al bienestar de los demás». Esto está bien para los cabezas de familia, ya que necesitan mantener un equilibrio entre las obligaciones sociales y familiares. Un sannyasin, sin embargo, no tiene ninguna responsabilidad familiar. No debe tener ningún amigo; no debe tener ninguna relación con nadie. Debe preocuparse solo por los demás, especialmente por aquellos que no tienen a nadie que los cuide. Una persona joven puede cuidarse a sí misma, pero una persona enferma y anciana no puede cuidarse a sí misma. La responsabilidad social debe comenzar con esas personas.
La responsabilidad social es necesaria porque tenemos una obligación hacia la sociedad. En la antigüedad, esto se llamaba rina o deuda kármica: una deuda con Dios, una deuda con los sabios, una deuda con los padres, una deuda con todas las formas de vida y una deuda con la humanidad. Estas cinco deudas se llaman obligaciones sociales en el lenguaje moderno, y nunca te liberarás de ellas. Todo individuo está en deuda con la sociedad. Si no hay sociedad, no habrá seguridad. Tendrás que pagar tu deuda con la sociedad, pero ¿qué harás y cómo lo harás? Debería haber una manera, un medio. Las almas elevadas, los sabios y los sadhus son los medios. Podemos cumplir con nuestras obligaciones sociales a través de los sadhus. Estoy sentado aquí. Si quieres dar ganado, ¿a quién se lo darás? Yo sé quién lo necesita. Si quieres regalar una bicicleta, ¿a quién se la regalarás? Tú no lo sabes, pero yo sé a qué chica se le debe regalar. Desde que llegué aquí, todas las chicas han empezado a estudiar. Se han vuelto muy entusiastas.
Purificar la mente
El mayor error de nuestra sociedad es ofrecer quinientos litros de leche en un templo, pero no dar cinco litros de leche a un enfermo. La gente piensa: «No me bendecirán por darle leche a este enfermo; sin embargo, si ofrezco quinientos litros de leche a Shiva, él estará complacido y mi caso será desestimado por el tribunal». ¡Esto es fe! La fe de la gente ha perdido el rumbo. La fe también puede canalizarse en la dirección correcta. Mi gurú, Swami Sivananda, solía decir que ayudar a los demás no significa solo darles medicinas o ropa. El verdadero significado de ayudar a los demás está en que te estás purificando a ti mismo. Cuando ayudas a alguien, ¿dónde tiene lugar este acto? Tiene lugar en la mente, que se purifica. Solo cuando tu mente esté pura y tu espejo limpio podrás verte la cara.
Aquel a quien adoras en el templo, en piedra, en papel, no es otro que tú. Sin embargo, no eres capaz de olvidarte de ti mismo; no eres capaz de olvidar que eres una anciana, una tendera, un hombre de negocios, un industrial o un empleado. No puedes verte a ti mismo como Dios, porque estás convencido de que eres una anciana. Por eso adoras a Shiva, porque estás convencido de que él es Dios. Sin embargo, cuando tu corazón se vuelve puro, un espejo comienza a brillar y muestra que el Dios en esa roca es falso, y que la verdad es que Él no es otro que tú mismo.
En el Bhagavad Gita, los Vedas, los Upanishads y en innumerables libros sagrados, esto es lo que está escrito de principio a fin. Nuestra religión dice lo mismo. No critico la adoración de una forma, porque eso también es un camino. Dioses, diosas, asana, pranayama, meditación, concentración, autocontrol o lo que sea que hagas, eso es un camino. No critico el camino, pero es solo un camino, y no el destino. Es un medio, no el fin.
Cuando adoramos a Shiva, Rama, Ganesha o Devi, lo hacemos no como el medio sino como el fin. Es necesario hacerlo. Al creer que son la meta, eventualmente se entiende su verdadera naturaleza. Somos incapaces de ver la verdad. ¿Por qué? Se debe a la ausencia de afecto, amor, compasión y devoción: el afecto que existe entre hermano y hermana, el amor entre hombre y mujer, la compasión que un hombre feliz siente por uno infeliz y la devoción que sentimos por el poder de Dios. El afecto, el amor, la compasión y la devoción, estos cuatro suavizan la vida. La forma en que el hierro se funde cuando se calienta y se le puede dar cualquier forma; de la misma manera, para derretir este duro corazón, para ablandarlo, estos cuatro son necesarios.
Rabindranath Tagore dijo: «Suaviza tu prana con afecto, amor, compasión y devoción». Aquí la palabra prana significa toda tu vida, no la respiración. Tu prana no es suave, tu vida no es suave. Si tus hijos, tu cónyuge o tus parientes cercanos estuvieran sufriendo, ¿no te preocuparías por ellos? Por supuesto que sí, sin embargo, no te preocuparías por tus vecinos. Si te enteraras de sus problemas, dirías: «¿Quieres que llame al médico? ¿Debo llamarlo por teléfono?». Puedes dar dinero o prestarle tu auto, puedes hacer muchas cosas, pero no tendrías los mismos sentimientos que tendrías por tu cónyuge e hijos.
En la Vedanta, ser capaz de verte a ti mismo en todos los seres vivos se llama atmabhava. Atmabhava se explica en el Ishavasya Upanishad, el Kathopanishad y todos los Upanishads. También está escrito en el Bhagavad Gita (6:29):
Sarvabhutasthamatmanam sarvabhutaani chaatmani;
Ásate yogayuktaatma sarvatra samadarshanah.
El individuo ecuánime, inmerso en el yoga, ve a todos los seres vivos en sí mismo y a sí mismo en todos los seres vivos.
Este es el camino hacia el atmabhava. Sin embargo, es muy difícil de practicar. Por lo general, piensas: «No tengo ninguna conexión con los demás; ella no es mi esposa, él no es mi hijo ni mi hermano, no es de mi casta ni de mi religión, ni de mi pueblo, y no tengo nada que ganar de él».
Sentir el dolor de otro hombre en apuros solo es posible para las grandes almas. Sus corazones se conmueven. Sant hridaya navanita samana: «El corazón de un sabio es tan blando como la mantequilla recién batida». El corazón de una persona común solo se conmueve por aquellos a quienes conoce y ama, o aquellos con quienes ha sido amigo durante años. Si alguien te ha hecho un favor de alguna manera, entonces es natural que te preocupes por esa persona. Sin embargo, si sientes eso por alguien que nunca te ha pertenecido, entonces eso es paropkara, trabajar por el bienestar de los demás, y purifica el alma.
17 de septiembre de 1997, Rikhiapeeth
Tomado de Rikhiapeeth Satsangs,volumen 3.